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Lee Génesis 12:1 al 9. ¿Por qué Dios llamó a Abram a dejar su país y a su familia? ¿Cómo respondió Abram?

La última vez que Dios había hablado a una persona, al menos según se registra en las Escrituras, fue a Noé, para asegurarle después del Diluvio que establecería un pacto con toda carne (Gén. 9:15-17) y que nunca más habría otro diluvio mundial. La nueva palabra de Dios, ahora para Abram, se vuelve a conectar con esa promesa: todas las naciones de la Tierra serán bendecidas por intermedio de Abram.

El cumplimiento de esa profecía comienza con abandonar el pasado. Abram deja todo lo que le era familiar: su familia y su país, incluso una parte de sí mismo. La intensidad de esta salida se refleja en la repetición de la palabra clave “vete”, que aparece siete veces en este contexto. En primer lugar, Abram tiene que dejar su país, “Ur de los caldeos”, que también es Babilonia (Gén. 11:31; Isa. 13:19). Este llamado a “salir de Babilonia” tiene una larga historia entre los profetas bíblicos (Isa. 48:20; Apoc. 18:4).

La partida de Abram también incumbe a su familia. Abram debe dejar su herencia y mucho de lo que aprendió y adquirió mediante el legado, la educación y la influencia.

Sin embargo, el llamado de Dios a salir implica aún más. La frase hebrea lej lejá, “vete”, traducida literalmente, significa “ve tú mismo” o “ve por ti mismo”. La partida de Abram de Babilonia concierne más que a su entorno, o a su familia incluso. La frase hebrea sugiere un énfasis en él mismo. Abram tiene que dejarse a sí mismo, deshacerse de la parte de sí mismo que contiene su pasado babilónico.

El objetivo de esta renuncia es una “tierra” que Dios le mostrará. El mismo lenguaje se usará nuevamente en el contexto del sacrificio de Isaac (Gén. 22:2), para referirse al monte Moriah, donde se ofrecerá a Isaac y donde se construirá el Templo de Jerusalén (2 Crón. 3:1). La promesa de Dios no tiene que ver solo con una patria física, sino con la salvación del mundo. Esta idea se reafirma en la promesa de Dios de bendecir a todas las naciones (Gén. 12:2, 3). El verbo baraj, “bendecir”, aparece cinco veces en este pasaje. El proceso de esta bendición universal obra por intermedio de la “simiente” de Abram (Gén. 22:18; 26:4; 28:14). El texto se refiere aquí a la “simiente”, que finalmente se cumplirá en Jesucristo (Hech. 3:25).

■ ¿Qué podría estar llamándote a dejar atrás Dios? Es decir, ¿qué parte de tu vida quizá tengas que abandonar para atender el llamado de Dios?

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