"Métodos de Estudio de la Biblia" Biblical Research Institute

a. Seleccione para el estudio una versión de la Biblia que sea fiel al significado contenido en los idiomas en los cuales fue escrita originalmente la Biblia, dando preferencia a las traducciones hechas por un amplio grupo de eruditos y publicadas por un editor general, por encima de las traducciones auspiciadas por una denominación particular o por un grupo de miras estrechas.

Ejercite cuidado para no establecer puntos doctrinales principales sobre una traducción o versión de la Biblia. Los eruditos bíblicos expertos, usarán los textos en hebreo y griego, que también los capacitarán para examinar las lecturas variantes de los antiguos manuscritos de la Biblia.

b. Elija un plan definido de estudio, evitando enfoques caprichosos y que no conducen a nada. Se sugieren los siguientes planes de estudio:

(1) Análisis del mensaje libro por libro.

(2) Método de versículo por versículo.

(3) Estudio que busca una solución a un problema específico de la vida, satisfacción bíblica para una necesidad particular, o una respuesta bíblica a una cuestión específica.

(4) Estudio por tópicos (fe, amor, segunda venida y otros).

(5) Estudio de palabras.

(6) Estudio biográfico.

c. Trate de captar el significado sencillo y más evidente del pasaje bíblico que se está estudiando.

d. Procure descubrir los grandes temas fundamentales de la Escritura tal como se encuentran en los textos individuales, los pasajes y los libros. Dos temas básicos, relacionados entre sí, corren a través de toda la Escritura: (1) la persona y la obra de Jesucristo; y (2) la perspectiva del gran conflicto, incluyendo la autoridad de la Palabra de Dios, la caída del hombre, el primer y el segundo advenimiento de Cristo, la vindicación de Dios y de su ley, y la restauración del plan divino para el universo. Estos temas deben ser extraídos de la totalidad de la Escritura y no impuestos sobre ella.

e. Reconozca que la Biblia es su propio intérprete y que el significado de las palabras, y los pasajes, se determina mejor al comparar diligentemente escritura con escritura.

f. Estudie el contexto del pasaje bajo consideración relacionándolo con las oraciones y párrafos que le preceden y le siguen. Trate de relacionar las ideas del pasaje con la línea total de pensamiento del libro bíblico que está estudiando.

g. Tanto como le sea posible, averigüe las circunstancias históricas en las cuales fue escrito el pasaje por el escritor bíblico bajo la dirección del Espíritu Santo.

h. Determine el tipo literario que está usando el autor. Algún material bíblico está compuesto de parábolas, proverbios, alegorías, y profecías apocalípticas. Ya que muchos escritores bíblicos presentaron gran parte de su material como poesía, es provechoso usar una versión de la Biblia que presente este material en estilo poético, porque los pasajes que emplean lenguaje figurado no deben ser interpretados en la misma manera que los que emplean prosa.

i. Reconozca que un texto bíblico determinado no necesariamente se conforma en cada detalle a las categorías literarias actuales. Sea cauteloso para no imponer estas categorías al interpretar el significado del texto bíblico. Es una tendencia humana encontrar lo que uno está buscando aun cuando el autor [escritor] no haya querido decir eso.

j. En conexión con el estudio del texto bíblico, explore los factores históricos y culturales. La arqueología, la antropología, y la historia, pueden contribuir a entender el significado del texto.

k. In connection with the study of the biblical text, explore the historical and cultural factors. Archaeology, anthropology, and history may contribute to understanding the meaning of the text.

l. Los adventistas creemos que Dios inspiró a Elena de White. Por consiguiente, sus exposiciones sobre un pasaje bíblico determinado ofrecen una guía inspirada al significado de los textos sin agotar su significado o reemplazar la tarea de la exégesis (ver, por ejemplo, El evangelismo, p. 190; El conflicto de los siglos, pp. 204, 205, 653; El otro poder, pp. 33-36).

m. Después de estudiar tal como se acaba de bosquejar, recurra a los diferentes comentarios y ayudas secundarias tales como obras eruditas para ver cómo han abordado otros el pasaje. Después, evalúe cuidadosamente los diferentes criterios expresados, desde el punto de vista de la Escritura como un todo.

n. Al interpretar la profecía, tenga en cuenta que:

(1) La Biblia afirma el poder Dios para predecir el futuro (Isa. 46:10).

(2) La profecía tiene un propósito moral. No fue escrita simplemente para satisfacer la curiosidad acerca del futuro. Algunos de los propósitos de la profecía son: fortalecer la fe (Juan 14:29) y promover una vida santa y la preparación para la segunda venida (Mat. 24:44; Apoc. 22:7, 10, 11).

(3) El centro de atención de muchas profecías está en Cristo (tanto en su primer advenimiento como en el segundo), la iglesia y el tiempo del fin.

(4) Las normas para interpretar profecía se encuentran dentro de la misma Biblia: la Biblia menciona profecías de tiempo y sus cumplimientos históricos, el Nuevo Testamento cita específicamente cumplimientos de profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías y el mismo Antiguo Testamento presenta a personas y eventos como tipos del Mesías.

(5) En la aplicación que el Nuevo Testamento hace de las profecías del Antiguo Testamento, algunos nombres literales llegan a ser espirituales: por ejemplo, Israel representa a la iglesia; Babilonia, a la religión apóstata, etc.

(6) Hay dos tipos generales de escritos proféticos: la profecía no apocalíptica, como se encuentra en Isaías y Jeremías, y la profecía apocalíptica, como se encuentra en Daniel y el Apocalipsis. Estas clases diferentes tienen características diferentes.

(a) La profecía no apocalíptica se dirige al pueblo de Dios, la profecía apocalíptica es más universal en su alcance.

(b) La profecía no apocalíptica con frecuencia es de naturaleza condicional, declarando al pueblo de Dios las alternativas de las bendiciones si obedecen y las maldiciones si desobedecen; la profecía apocalíptica recalca la soberanía de Dios y su control sobre la historia.

(c) La profecía no apocalíptica con frecuencia salta de la crisis local, al día de Jehová del tiempo del fin; la profecía apocalíptica presenta el curso de la historia desde el tiempo del profeta hasta el fin del mundo.

(d) Las profecías de tiempo en la profecía no apocalíptica, generalmente son largas, por ejemplo, los 400 años de la servidumbre de Israel (Gén. 15:13) y los 70 años de la cautividad babilónica (Jer. 25:12). Las profecías de tiempo en la profecía apocalíptica, generalmente están expresadas en términos cortos, por ejemplo, 10 días (Apoc. 2:10) o 42 meses (Apoc. 13:5). Los períodos de tiempo apocalípticos representan simbólicamente períodos mayores de tiempo real.

(7) La profecía apocalíptica es altamente simbólica y debe ser interpretada en conformidad con esto. Al interpretar símbolos, pueden usarse los métodos siguientes:

(a) Busque interpretaciones (explícitas o implícitas) dentro del mismo pasaje (por ejemplo, Dan. 8:20, 21; Apoc. 1:20).

(b) Busque interpretaciones en otra parte en el libro o en otros escritos por el mismo autor [escritor].

(c) Usando una concordancia, estudie el uso de los símbolos en otras partes de la Escritura.

(d) Un estudio de los documentos del antiguo Cercano Oriente puede arrojar luz sobre el significado de los símbolos, aunque el uso bíblico puede alterar esos significados.

(8) La estructura literaria de un libro con frecuencia es una ayuda para interpretarlo. La naturaleza paralela de las profecías de Daniel es un ejemplo de esto.

o. Los relatos paralelos en la Escritura a veces presentan diferencias en detalle y en énfasis (por ejemplo, comparar Mat. 21:33-44, Mar. 12:1-11 y Luc. 20:9-18; o 2 Rey. 18-20 con 2 Crón. 32). Cuando estudie pasajes semejantes, examínelos primero con cuidado para estar seguro que los paralelos se refieren realmente al mismo evento histórico. Por ejemplo, muchas de las parábolas de Jesús pudieron haber sido presentadas en diferentes ocasiones a diferentes auditorios y con fraseología diferente.

En los casos donde parece haber diferencias en narraciones paralelas, uno debe reconocer que el mensaje total de la Biblia es la síntesis de todas sus partes. Cada libro o escritor comunica lo que el Espíritu le impulsó a escribir. Cada uno hace su propia contribución especial a la riqueza, la diversidad y la variedad de la Escritura (El conflicto de los siglos, pp. 7, 8). El lector debe permitir que cada escritor de la Biblia se deje ver y se lo pueda escuchar, mientras que al mismo tiempo reconoce la unidad básica de la revelación divina.

Cuando parezca que los pasajes paralelos indican discrepancia o contradicción, busque la armonía fundamental. Recuerde que las diferencias pueden ser debidas a errores sin importancia de los copistas (Mensajes selectos, t. 1, p. 18), o pueden ser el resultado de diferentes énfasis y elección de materiales de varios autores [escritores], que escribieron bajo la dirección e inspiración del Espíritu Santo para diferentes auditorios en circunstancias diferentes (Ibíd., pp. 24, 25; El conflicto de los siglos, p. 8.).

Podría resultar imposible reconciliar diferencias de menor importancia en detalles que no son necesariamente pertinentes al mensaje claro y principal del pasaje. En algunos casos puede ser necesario posponer el juicio hasta que podamos disponer de más información y mejores evidencias, para resolver la aparente discrepancia.

p. Las Escrituras fueron escritas con el propósito práctico de revelar la voluntad de Dios a la familia humana. Por consiguiente, para que uno no interprete erróneamente algunas clases de declaraciones, es importante reconocer que fueron dirigidas a pueblos de las culturas del oriente y están expresados en sus modelos de pensamiento.

Expresiones tales como “pero Jehová endureció el corazón de Faraón” (Éxo. 9:12) o “un espíritu malo de parte de Jehová” (1 Sam. 16:15), los salmos imprecatorios, y los “tres días y tres noches” de Jonás al compararlas con la muerte de Cristo (Mat. 12:40), generalmente no son bien entendidos porque hoy se interpretan desde un punto de vista diferente.

Es indispensable un conocimiento del trasfondo de la cultura del Cercano Oriente para interpretar tales expresiones. Por ejemplo, la cultura hebrea atribuía la responsabilidad a una persona por actos que no cometió, pero que permitió que sucedieran. Por lo tanto, los escritores inspirados de las Escrituras, comúnmente le atribuyen a Dios el tener parte activa en lo que en nuestra forma de pensar occidental diríamos que él permite o no impide que suceda, como por ejemplo, el endurecimiento del corazón de Faraón.

Otro aspecto de la Escritura que molesta a la mente moderna es la orden divina de Dios a Israel de empeñarse en guerra y ejecutar a naciones enteras. Originalmente, Israel fue organizado como una teocracia, un gobierno civil por medio del cual Dios gobernaba en forma directa. Tal estado teocrático fue único. Ya no existe más y no puede ser considerado como un modelo directo para la práctica cristiana.

Las Escrituras registran experiencias y declaraciones de personas a las que Dios aceptó, pero que no estaban en armonía como los principios espirituales de la Biblia como un todo, como por ejemplo, incidentes relacionados con el uso del alcohol, la poligamia, el divorcio, y la esclavitud. Aunque no es explícita la condenación de semejantes costumbres sociales profundamente arraigadas, Dios no necesariamente respaldó o aprobó todo lo que permitió y soportó en las vidas de los patriarcas y en Israel. Jesús hizo esto claro en su declaración con respecto al divorcio (Mat. 19:4-6, 8).

El espíritu de las Escrituras es el espíritu de restauración. Dios trabaja pacientemente para elevar a la humanidad caída desde las profundidades del pecado hasta el ideal divino. Por consiguiente, no debemos aceptar como modelos las acciones de hombres pecadores como se registran en la Biblia.

Las Escrituras representan el despliegue de la revelación de Dios al hombre. Por ejemplo, el sermón del monte de Jesús, amplia y trata más extensamente ciertos conceptos del Antiguo Testamento. Cristo mismo es la revelación final del carácter de Dios a la humanidad. (Heb. 1:1-3).

Aunque en la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis hay una unidad como un arco, y mientras toda la Escritura es igualmente inspirada, Dios eligió revelarse a sí mismo a seres humanos y por medio de seres humanos, y encontrarlos donde estaban en términos de sus capacidades espirituales e intelectuales. Dios no cambia, pero despliega progresivamente su revelación a los hombres en la forma en que son capaces de comprenderla (Juan 16:12; Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 956, 957; t. 7A, pp. 386, 387; Mensajes selectos, t. 1, pp. 23, 24). Cada experiencia o declaración de la Escritura es un registro divinamente inspirado, pero no cada declaración o experiencia es necesariamente normativa para la conducta cristiana hoy en día. Tanto el espíritu como la letra de las Escrituras, deben entenderse (1 Cor. 1:6-13; El Deseado de todas las gentes, p. 123; Joyas de los testimonios, t. 1, pp. 437-440).

q. Como objetivo final, haga la aplicación del texto. Haga preguntas tales como: “¿Cuál es el mensaje y el propósito que Dios intenta trasmitir a través de la Escritura?” “¿Qué significado tiene este texto para mí?” “¿Cómo se aplica a mi situación y circunstancias hoy en día?” Al hacerlo así, reconozca que aunque muchos pasajes bíblicos tienen un significado local, no obstante contienen principios eternos aplicables a cada edad y cultura.

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