"El Jesús histórico"

Lee Mateo 26:57 al 67; y Juan 11:45 al 53 y 18:29 al 31. ¿Quién fue Caifás y cuál fue su papel en la muerte de Cristo? ¿Quién fue Poncio Pilato y cuál fue su decisión más importante para que el Sanedrín lograra sus objetivos?



Caifás era el sumo sacerdote e instigó la conspiración para procurar la muerte de Jesús. Josefo, el historiador judío que escribe en nombre de los romanos, también registra su existencia. “Además de eso, también privó a José, que también se llamaba Caifás, del sumo sacerdocio, y nombró a Jonatán, el hijo de Anano, el ex sumo sacerdote, para que lo sucediera” (Josefo, Complete Works, lib. 18, cap. 4, p. 381). En 1990, se descubrió una tumba familiar al sur de Jerusalén que contenía doce osarios o cajas de huesos. Las monedas y la cerámica de la tumba datan de alrededor de mediados del siglo I d.C. El más adornado de los osarios, con múltiples grupos de huesos, contiene el nombre de “José, hijo de Caifás”. Muchos eruditos creen que esta fue la tumba y la caja de huesos de Caifás, el sumo sacerdote que participó en forma tan directa de la muerte de Jesús.
En 1961, se halló una inscripción con el nombre de Poncio Pilato, prefecto de Judea bajo el emperador Tiberio, en una piedra del teatro de Cesarea Marítima.
Por lo tanto, en ambos casos, la historia corrobora algunas de las principales figuras que rodearon la muerte de Cristo.
Los historiadores seculares de los dos primeros siglos también hablan de Jesús de Nazaret. Tácito, el historiador romano, escribió de Cristo, su ejecución por parte de Poncio Pilato durante el reinado de Tiberio, y los primeros cristianos en Roma. Plinio el Joven, un gobernador romano, le escribió en el año 112 o 113 al emperador Trajano y le preguntó cómo debía tratar a los cristianos. Describe que se reunían en un día determinado antes del amanecer para entonar himnos como a un dios.
Estos descubrimientos arqueológicos y fuentes históricas brindan un marco extrabíblico para la existencia de Jesús, quien era adorado dentro de los primeros cincuenta años después de su muerte. Los mismos evangelios son las fuentes principales de información sobre Jesús, y debemos estudiarlos cuidadosamente para aprender más de Jesús y su vida.

■ Aunque siempre es bueno contar con evidencias arqueológicas que respalden nuestra fe, ¿por qué debemos aprender que nuestra fe no dependa de estas cosas, por más útiles que sean?

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