Una conducta santa

Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir. 1 Pedro 1:15.

Donde el corazón está purificado y refinado, y está listo para la morada interior del Espíritu Santo, la lengua será santificada para gloria de Dios... Podéis rodear vuestra alma con una atmósfera semejante a las brisas del Edén celestial. Abrid vuestro corazón al Señor Jesús. Guardad vuestra lengua. No dejéis que vuestra lengua corra al azar entre chistes y bromas. Esto significa que vuestro corazón necesita ser purificado de su contaminación.

Educaos para que vuestro rostro sea lo más placentero posible, y poned toda la dulzura y la melodía posibles en vuestra voz.

La voz y la lengua son dones de Dios, y si se los usa correctamente, son un poder en favor de Dios. Las palabras significan mucho. Pueden expresar amor, devoción, alabanza, melodía a Dios, u odio y venganza. Las palabras revelarán los sentimientos del corazón. Pueden ser sabor de vida para vida o de muerte para muerte. La lengua es un mundo de bendición o un mundo de iniquidad.

Se ve a algunos salir de su diaria comunión con Dios revestidos de la mansedumbre de Cristo. Sus palabras no son semejantes a un granizo devastador, ni aplastan todo lo que encuentran. Salen dulcemente de sus labios. Esparcen semillas de amor y bondad a lo largo de su senda, y todo ello inconscientemente porque Cristo mora en el corazón. Su influencia se siente más de lo que se ve.

Del corazón y los labios santificados fluirán palabras amables, tiernas y compasivas.


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