Para gozar de perfecto amor

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. 1 Juan 4:18.

Esta es una declaración importante, porque hay muchos que desean amar y servir a Dios. No obstante, cuando viene la aflicción sobre ellos, no disciernen el amor de Dios en ella, sino la mano del enemigo. Se conduelen, murmuran y se quejan; pero éste no es el fruto del amor de Dios en el alma. Si tenemos perfecto amor, sabremos que Dios no está tratando de herirnos, sino que en medio de las pruebas, el dolor y las penas, está tratando de perfeccionarnos y probar el temple de nuestra fe. Cuando dejemos de preocuparnos en cuanto al futuro y comencemos a creer que Dios nos ama y desea hacernos bien, confiaremos en él como el niño confía en su padre amante. Entonces nuestras dificultades y tormentos desaparecerán, y nuestra voluntad será absorbida en la de Dios.

Si Cristo mora en vosotros, seréis semejantes a él en carácter. El Señor desea que estéis a su lado como hijos de Dios amables, pacientes y humildes. El Señor desea que los obreros que están a su servicio representen su amor.

El verdadero amor a Dios implica verdadera confianza reverencial. Y el que ama a Dios, amará a su hermano también.

“Y ahora permanecen la fe, la esperanza, y la caridad, estas tres”, una fe que se aferra del Omnipotente y rehúsa apartarse de él; una esperanza que convierte los triunfos futuros de los buenos y leales en ánimo y alegría presentes; un amor que consagra todo a Dios y para Dios.


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